En su departamento de la calle Santa Fe y después del shock que le causó el incendio en el boliche República Cromagnon, Elisa Carrió se prepara para descansar unos días en la costa atlántica. Del bolso sobresalen una biografía de Mahatma Gandhi y reflexiones de Lao Tsé Ting, "un opositor de Confucio", según relata la líder de Afirmación para una República Igualitaria (ARI). Puesta a criticar al gobierno de Néstor Kirchner, la candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires se muestra menos pacifista que sus autores favoritos y asegura que entre el Presidente y su antecesor hay muy pocas diferencias. "Es la misma forma de poder y negocios. El problema es quién se queda con el botín", afirma, y anunció que la pelea entre Kirchner y Eduardo Duhalde hará que el PJ termine "como el PRI mexicano", es decir fuera del poder. Tampoco se salvaron Ricardo López Murphy y Mauricio Macri, a quienes acusa de "aliarse con lo peor del sistema, Menem y Duhalde, para tratar de moderarlo". Sólo se salvó el ministro Roberto Lavagna, responsable de "una estabilidad macroeconómica que trae cambios políticos". -
El año terminó entre buenas noticias económicas, problemas internos en el PJ y el escándalo internacional por el caso Molina. ¿Cuál es el balance?
-Lo más importante para la Argentina que viene es la estabilidad macroeconómica, que permite un salto cualitativo desde el punto de vista político e institucional. Al lado de ello se ve una profunda mediocridad política: la pelea final, la previsible disputa por el poder.
-¿La pelea Kirchner-Duhalde es inevitable, entonces?
-Sí, pero no es sólo esa pelea. Volvió Menem, vuelve Cavallo, lo que demuestra a la sociedad que en realidad son todos iguales. Algunos se retiran un tiempo para hacerle creer a la sociedad que se fueron, con peleas que se parecen demasiado a las que se dan en una telenovela venezolana: uno apaga el televisor, lo vuelve a encender seis meses después y todo sigue igual (se ríe con ganas).
-¿No hay proyectos distintos entre Kirchner y Menem?
-No (terminante). Es el mismo proyecto de poder, de negocios, el problema es quién se queda con el botín. Van a tratar de aparecer uno de centroizquierda y otro de centroderecha. ¡No señores, son lo mismo! A la hora de las votaciones y de los regresos están juntos. Está muy claro que Kirchner es cavallista.
-¿Por qué?
-Siempre lo fue, ha quedado muy claro con el regreso del ex ministro.
-¿Qué cambio trae en la escena la reaparición de Menem?
-La posibilidad de una nueva falsificación de la realidad, la presencia de un enemigo que es igual, pero que aparece afuera.
-¿Hay un acuerdo entre Kirchner y Menem para su vuelta?
-Es algo obvio, el problema es no verlo, desde hace seis meses se sabe que Menem vuelve en diciembre.
-¿Le parece bien la forma en que el ministro Lavagna manejó el proceso de negociaciones?
-Más que los nombres, me importa acompañar este proceso de estabilidad, necesaria para un cambio del sistema político. Las sociedades involucionan cuando a una crisis política le sigue otra económica, y se transforman en conservadoras.
-¿Las internas del justicialismo son un signo de que la economía va mejor?
-Es importante que ellos se sientan solos, como el PRI mexicano. Cuando los medios dicen que la oposición no existe, ellos sienten que son el todo, y le facilita el encontronazo final.
-¿Es un invento de los medios la precariedad de la oposición?
-No, en general no. Nunca hay un sistema nuevo hasta que no cae el viejo, pero también es claro que no nos pueden reconocer. Somos la principal oposición de este país, y vamos ganando el principal distrito del país, y creciendo en la provincia de Buenos Aires y en Santa Fe, pero algunos no lo reconocen, tal vez porque hubieran preferido una oposición de centroderecha, cosa que lamento, pero es así.
-¿Cuál es el papel de su fuerza en este contexto?
-ARI es hoy el partido de la retaguardia, chico, pero con buena imagen pública, que no forma parte del sistema: no quiere ganar a cualquier precio sino esperar que este sistema haga crisis y ser alternativa con otra organización cultural, política y social. No hacemos política en el sentido tradicional...
-Sin embargo, usted encabeza las listas de candidatos de ARI para las elecciones de octubre...
-Claro, pero eso es una estrategia secundaria. Lo fundamental es organizarnos, prepararnos y no hacer alianzas.
-¿Por qué es tan terminante en este punto?
-Quienes están enfrascados en el viejo sistema se mezclan con él y son llevados por él. Macri con Duhalde, y López Murphy con Menem se están metiendo con el viejo sistema, y ven como pueden "moderarlo" u obtener algún diputado más. Como dijo un general vietnamita: ganaremos la guerra cuando se peleen los americanos...
-En este caso, los peronistas...
-Cosa que de hecho está sucediendo.
-¿Se terminan los grandes partidos, entonces?
-La UCR está nocaut y el PJ está en un proceso de diáspora y conflicto, que puede explotar ahora o después, pero que de hecho va a ocurrir. Las fuerzas históricas van a ir encontrando otras expresiones.
-¿Y ARI seguirá siendo Carrió-dependiente? -No es Carrió-dependiente (se pone seria). Es un partido con instituciones y conducción nacional, pero el liderazgo no se inventa y no se renuncia. Lo que está claro es que mi relación más profunda es con la sociedad.
-¿Cómo imagina el tránsito hasta las elecciones?
-Siempre estamos muy bien en las encuestas en períodos no electorales, y las cosas después cambian. Pero el esfuerzo absoluto es la victoria, y estamos muy desprendidos de los resultados, serenos para recibir las estocadas, que pueden ser cualquier cosa porque son vulgares y primitivos. Esta sociedad avanza bien, aunque haya una luz falsa que encandile, confunda y llene de anuncios. La luz verdadera ilumina, es un camino que lleva mucho más tiempo. Kirchner encandila, pero no ilumina, con el tiempo la gente va a saber distinguir el encandilamiento de la luz.
"Actitud casi primitiva"
A la hora de evaluar el manejo que hizo el Gobierno respecto del reclamo de la disidente cubana Hilda Molina de poder venir a la Argentina a conocer a sus nietos, que implicó el alejamiento del jefe de gabinete de asesores de la Cancillería y del embajador en La Habana, Carrió responde que "la incompetencia en política exterior es ilimitada, pero el problema no es Bielsa (Rafael). Aquí el carácter de un presidente marca el grado de civilización de una cultura y de un pueblo. En esto tenemos una actitud casi primitiva. De etnocentrismo cultural. Es el mundo visto desde Río Gallegos (se ríe)".